Al final no me puse a escribir el articulito sobre Ross MacDonald que me había prometido.
Aprovecho, entonces, que el blog admite el work in progress, los borradores, apuntes sueltos y demás textos inacabados y voy con algunas anotaciones escritas a mano alzada, como si estuviera apuntando ideas en un cuaderno de tapas anaranjadas.
1- Salió (y me compré y leí de un tirón, claro) El expediente Archer, los cuentos reunidos del detective de RM, con una excelente nota introductoria de Fresán y un minucioso identik del detective hecho por Tom Nolan.
2- Así fue que descubrí (o recordé) que sólo falta un libro de MacDonald en mi biblioteca, uno sólo sin leer: Costa Barbara. Y entré en una furiosa campaña por NO conseguirlo, NO comprarlo, NO leerlo. Todavía. Quiero dejar esa despedida para otro momento.
Siempre queda la relectura, claro (debo haber leído El caso Galton una docena de veces), pero...
3- MacDonald es, sin duda, el espíritu santo en la tríada católica-policial. El número 11 de la delantera del equipo del hardboiled.
Quiero decir, el Lenin de la literatura negra, el tercer busto en la bandera: Hammett (Marx), Chandler (Engles) y MacDonald. O mejor: Spade, Marlowe, Archer.
El resto está en discución y cada uno pondrá el nombre que quiera (yo, por ejemplo, soy fan de los más pesutis de los muchachos: Goodis, Thompson, Giovanni, Himes), pero el que sentó las bases del género -y a la vez el que contiene a sus mejores exponentes- sigue siendo ese tridente ofensivo formado Dash, Ray y Ross.
4- Hammett es el más imprevisible de los tres, una suerte de Garrincha, cuya gambeta es la violencia. En las novelas de Marlowe, en cambio, ya hay yeites, el más notorio de los cuales es que los asesinos son mujeres. De la misma manera, en las de Archer la clave para la resolución del caso siempre está 15 o 20 años atrás, cuando una o varias personas cambiaron sus nombres o se dieron por muertas sin estarlo o escondieron un crimen suplantando personalidades.
5- En momento de El martillo azul, última novela de la saga, Archer llega a la conclusión de que todos somos culpables. Ese podría ser un gran título, pienso, para las obras completas de MacDonald.
6- Lo cierto, es que MacDonald escribió el mismo libro una y otra vez, dice el escritor Geroge Pelecanos, pero ese es un gran libro.
7- Y el asunto es que ese gran libro, además, nos interpela a los argentinos, habla con nuestra historia. Quiero decir, en este país en el que Julio López sigue desaparecido, en el que asesinaron a puñaladas a Silvia Suppo, nadie mejor que el bueno de Archer para investigar, por ejemplo, el caso de Felipe y Marcela, los hijos apropiados por la dueña del Imperio Clarín.
Aunque finalmente descubra que todos somos culpables.
Buenos Aires, 23 de mayo de 2010.
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Otra constante en los libros de Archer son los desastres naturales,una preocupaci´on que queda muy actual, que llegan a su apogeo en la resoluci´on del caso.
ResponderEliminarY una curiosidad es que el otro Mcdonald, John D., autor de la serie p`rotagonizada por el simp´atico detective y chulo playero Travis Mc Gee, hizo que Ross evolucionase su pseud´´onimo de John Ross a solamente Ross para evitar confusiones.
Chandler puso a parir Blanco humano con aut´entica saña, a´un reconociendo que si se hab´ia fijado en ella es porque algo deb´ia tener.