sábado, 2 de octubre de 2010

PRIMERÍSIMOS PASOS

(Con un poco de suerte y mucho trabajo, estas poco más de cien palabras que siguen seran el gérmen de mi cuarta novela. El personaje principal, Quiroga, es un viejo conocido. Veremos. Salud!)

En los cuatro casos fue igual.
Quienes estaban a unas cuantas butacas, en los alrededores, llegaron a oír apenas un estertor, un gemido ahogado y un poco ronco. Los que estaban más cerca pudieron, incluso, escuchar el sonido del líquido espeso al brotar y caer sobre el suelo sucio y el asiento de cuerina. Pero en esas salas nadie hace caso de esos ruidos.
Después, como es costumbre, vieron a uno de los dos hombres, el que estaba inclinado, levantarse apurado y dejar el lugar.
Nadie notó nada extraño, nadie escuchó nada extraño.

Nada.

Pero en menos de una hora, Buenos Aires tenía cuatro nuevos asesinatos. Cuatro tipos degollados, mientras en las pantallas -erecciones enormes, siliconas inconcebibles- las películas seguían rodando en continuado.

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