viernes, 15 de enero de 2010

ARCANGELES: TAIBO II EN LA ESQUINA DE SANDOKÁN Y TROTSKI

I
Corría el año ´91. Yo militaba en el MAS y mi amiga Marina, a la que inexplicablemente sus compañeros llamaban la Troska, en Descamisados, un grupito de ese oxímoron que es el peronismo revolucionario, en la Boca. Yo había dejado el colegio y andaba todo el tiempo con Sergito, mi amigo radical. Marina vivía sola, en un diminuto departamento que le alquilaba la madre, al que le decíamos el Aguantadero. Nos juntábamos ahí, entonces - Marina, Sergito y yo- y discutíamos de política, tomábamos whisky y escuchábamos música hasta las cinco de la mañana, hora en la que yo me iba a la panadería y ellos a dormir.
En una de esas noches Marina me hizo escuchar una canción del uruguayo Leo Masliah: La cita. En la misma, después de varios equívocos, se termina acordando un encuentro en una esquina: Sandokán y Trotski. Y durante algún tiempo ese fue un código entre nosotros: nos vemos en Sandokán y Trotski, decíamos.
Pasarían todavía siete años para llegar al libro -Arcángeles, de Paco Ignacio Taibo II- en que esa cita se concertara.

II
¿Quién es Paco Ignacio Taibo II?
Taibo II es uno y es muchos. Dotado del don de estar en varios lugares a la vez (la técnica de Speedy González, la llama Taibo, si te mueves rápido sales dos veces en la foto, o mejor todavía, sales borroso; si corres por los pasillos el tipo que viene atrás de ti para ponerte la etiqueta no te alcanza) el hombre parece vivir varias vidas: el escrito de ficción, el militante, el historiador, el periodista. Pero, por sobre todo eso, Paco es un educador sentimental.
Militante trotskista en su juventud (miembro de la Liga Comunista Espartaco), activista del estudiantado en el 68 y sindicalista luego; escritor de novelas policiales (ganador dos veces del premio Dashiel Hammett, creador de la Semana Negra de Gijón y del neo-policial latinoamericano), de aventuras (un estilo que algunas vez definió como Subrealismo Subsocialista: poco realista, con algo de socialismo y mucho de aventuras), de historia (Bolcheviques, Ernesto Guevara también conocido como el Che, Pancho Villa, entre otros), Taibo II escribió también una novela a medias con el Subcomandante Insurgente Marcos. Y sigue.

III
Ya en su libro Cuatro manos , las dos calles tendían a cruzarse: hay un ficticio borrador de novela policial que estaba escribiendo Trotski (Trotski, dice ahí Taibo II, era un tipo así, de decisiones súbitas, brutales, terribles desamores, disciplina feroz, renuncia a tantas cosas) en sus últimos días en Coyoacán -poco antes de ser asesinado a la usanza estalinista, por el sicario Ramón Mercader del Río- y una reescritura de Adiós a Mompracem, última novela de la saga Sandokán de Salgari, hecha en la cárcel por el ficticio búlgaro disidente Stoyan Vasilev.
Pero la encrucijada de las calles de la Aventura y la Revolución en la obra de Paco Ignacio Taibo II llegó a su máxima expresión -aún más que en su excelente biografía Ernesto Guevara, también conocido como el Che- en Arcángeles, una recopilación de textos que se ganó un lugar en la mesa del bar en el que el Viejo Topo y el Fantasma que Recorre Europa beben y cruzan anécdotas.

IV
Cuenta Taibo II que parte de la inspiración para este libro se la dio un amigo, quien en una larga conversación nocturna le dijo Paco, hay que hacer el elogio de la derrota.
Y es que, como escribió Andrés Rivera, de la derrota se escribe, la palabra escrita es el mejor material que se haya creado, hasta ahora, para la confrontación con los autos de fe, el tiempo y el olvido.
Taibo II eligió contar, entonces, historias de derrotados y derrotas, de personajes y vidas que quedaron en los márgenes de la Gran Historia de la Revolución por razones diversas: casualidad, olvido o desidia; por que resultaban inclasificables, molestos o (apasionadamente) heterodoxos; por persecución o incomodidad ideológica.
Sobre el final del prólogo Taibo II dice: no hay más homenaje que el recuerdo, no hay más culto real que la memoria crítica, no hay más amor que la complicidad en sus obsesiones. Todo es sueño, casi todo se vuelve pesadilla.
¿Y cuáles son los sueños y pesadillas que pueblan Arcángeles?
El libro está dividido en doce capítulos-relatos (las doce historias que lo componen ya habían sido publicadas anteriormente, como notas de acción, en revistas y periódicos militantes: Siempre!, Bohemia, El Universal, Información Obrera, Brecha) que narran una vida, o el fragmento de una vida de un revolucionario hereje del siglo XX. Historias de victorias parciales y furibundas derrotas. ¿Porqué una victoria, por pequeña que sea, es más increíble que cualquier derrota?, se pregunta, nos pregunta el Capitán Paco Ignacio, tan lleno de dudas, tan alejado de La Verdad con mayúsculas de los marxistas oficiales, ¿en las historias de los eterno derrotados, los momentos de gloria valen doble?
Doce historias, entonces, de hombres y mujeres que buscaron la revolución y fueron al infierno varias veces para encontrarla.

V
Menos mal que queda la historia, menos mal que queda la memoria, nos dice al final de estos relatos de pasiones, ansias de justicia, de efímeros triunfos emocionantes y derrotas dignas, de memoria e historia para leer en el bar de la Revolución, que esconde cada ciudad. En la esquina, claro, de Sandokán y Trotski.


Buenos Aires, mayo de 2006

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