En abril de 2007 me fui a Brasil de vacaciones con Sol, mi mujer, y unos amigos. En avión. Pero esa vez no cuenta: iba acompañado, éramos cuatro yendo a disfrutar unos días a ese paraíso que es Arraial do Cabo. La última vez subí solo a un avión, en cambio, volvía deportado de los Estados Unidos, después de pasar una semanita preso en Krome, el Centro de Detención que aparece al principio de Scarface. Hice aquel viaje con lo puesto: un pantalón, un par de medias, un par de zapatillas, una remera. Me devolvieron el pasaporte en Ezeiza, en una oscura oficina burocrática. Atrás quedaban mi hermano, Juan, y todas mis pertenencias, incluido el borrador de mi primera novela -por entonces inédita- Operación Bukowski.
Pasaron 8 años. En dos días voy volver a viajar en avión solo. Esta vez no me va a escoltar ningún agente del INS (Inmigration and Naturalization Service, la Migra) ni voy a llegar esposado al aeropuerto.
A los que deje acá, incluso a aquellas que más voy a extrañar -a una no la conocía entonces, la otra ni siquiera había nacido- los voy a reencontrar 12 días después. Como a Juan, el que aquella vez quedó en USA y ahora vive a pocas cuadras de casa, con su mujer y su niña.
Viajaré esta vez, con mi computadora y mis borradores, con libros para regalar, con ganas de volver a Buenos Aires y compartir esta aventura con los míos y empezar un taller de narrativa en la fábrica recuperada IMPA. Voy como invitado a uno de los eventos culturales más emocionantes del mundo, la Semana Negra de Gijón, a presentar mi quinto libro, el primero publicado en Europa, Que de lejos parecen moscas. Participaré en varias charlas sobre literatura de acción y aventuras, en la presentación de la antología de la SN, en una reunión con los representantes del 15-M. Tendré una charla pública con el Jefe de Jefes, el Capitán Paco Ignacio Taibo II.
Presentaremos Que de lejos parecen moscas con Carlos Salem, un tipo de otro planeta, una suerte de hermano de las letras, de aquellos de los que si te metés con él, te metés conmigo. Entre los eventos y las compras de libros, habrá tiempo también para tomar unos whiskys con Miguel Molfino y Raúl Argemí -no sé si se entiende: ¡con Molfino y Argemí!-, para conversar con Piglia o Mallo, para vernos cara a cara, finalmente, con Cristina Fallarás, Pedro de Paz, Lujan, Biedma, Tristante y toda esa banda de forajidos talentosísimos y generosos que me tratan como a un par. Quizá hasta pueda conocer al Maestro Andreu Martín.
Todo esto a partir de miércoles.
Cagate de risa.
Kike
Buenos Aires, 18 de julio de 2011.
Hola, te escuché por la mañana en la radio,no sabia d tu existir pero m gustó la forma en la q hablabas soy Argentino y vivo en el Pais Vasco, espero t valla muy bien en tu visita a este país, ya leeré Que de lejos pareces moscas.
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