Esta mañana, he amanecido antes de la cuenta, merced a un ruido procedente del salón.
Tras quitarme las lagañas, enganché el regalo que me habían entregado ayer mismo, con motivo de la celebración del vigésimo cuarto aniversario del día en que decidí joderle la Nochebuena a mi madre viniendo al mundo y, aún ligeramente adormecido, salí con todo el sigilo que pude de mi habitación.
Nada más entrar, me topé de bruces con un tipo obeso y barbado, que por los leves restos de hollín que trufaban su pintoresco traje verde, deduje se había colado por la chimenea.
Sin pensármelo dos veces, me dispuse a estrenar mi nuevo juguetito, por aquello del allanamiento de morada y preservar las buenas costumbres.
No fue hasta que su vestimenta se tiñó de rojo brillante, cuando reconocí al fulano, y caí en la cuenta de la verdadera magnitud de la tragedia.
Demasiado tarde, recordé que en realidad la indumentaria de Santa Claus es de color verde pistacho.
¡Cuánto daño han hecho a la cultura popular los anuncios de turrón y Coca-Cola!
¡Quién les manda a mis padres regalarme una recortada por mi cumpleaños!
Yo no la pedí, lo juro, señoría.
Y le ruego tome en consideración el atenuante de que, con la pueril excusa de que un servidor cumple los años la víspera de navidad, el gordo cabrón siempre olvidaba pasarse por mi casa
* Conocí a Sergio en julio, durante la Semana Negra de Gijón. Lector atento, crítico y entusiasta del género negrocriminal contemporáneo, Sergio es también periodista, estudiante de letras y, como se puede ver, un escritor en ciernes.
A su salud, entonces, y mierdi chismast!
Tras quitarme las lagañas, enganché el regalo que me habían entregado ayer mismo, con motivo de la celebración del vigésimo cuarto aniversario del día en que decidí joderle la Nochebuena a mi madre viniendo al mundo y, aún ligeramente adormecido, salí con todo el sigilo que pude de mi habitación.
Nada más entrar, me topé de bruces con un tipo obeso y barbado, que por los leves restos de hollín que trufaban su pintoresco traje verde, deduje se había colado por la chimenea.
Sin pensármelo dos veces, me dispuse a estrenar mi nuevo juguetito, por aquello del allanamiento de morada y preservar las buenas costumbres.
No fue hasta que su vestimenta se tiñó de rojo brillante, cuando reconocí al fulano, y caí en la cuenta de la verdadera magnitud de la tragedia.
Demasiado tarde, recordé que en realidad la indumentaria de Santa Claus es de color verde pistacho.
¡Cuánto daño han hecho a la cultura popular los anuncios de turrón y Coca-Cola!
¡Quién les manda a mis padres regalarme una recortada por mi cumpleaños!
Yo no la pedí, lo juro, señoría.
Y le ruego tome en consideración el atenuante de que, con la pueril excusa de que un servidor cumple los años la víspera de navidad, el gordo cabrón siempre olvidaba pasarse por mi casa
* Conocí a Sergio en julio, durante la Semana Negra de Gijón. Lector atento, crítico y entusiasta del género negrocriminal contemporáneo, Sergio es también periodista, estudiante de letras y, como se puede ver, un escritor en ciernes.
A su salud, entonces, y mierdi chismast!
No hay comentarios:
Publicar un comentario